El sábado 23 de Mayo amanecía lloviendo con intensidad en Cangas de Onís, pero más de 2500 ciclistas de los 3000 inscritos tomaron la salida en la edición de esta espectacular marcha cicloturista. El ambiente fue espactacular desde el mismo montaje que la organización dispuso para tan gran evento, carpas de Campagnolo, Okley, Specialized, etc daban un colorido y empaque maravilloso a la cita, pero sin duda, la policromía de los maillots de los ciclistas venidos de toda España y la gente de Cangas en la calle para desearnos una feliz jornada a todos, confeccionaban una estampa que llamaba a la puerta de la épica.
Mientras esperaba tomar la salida me venían a la cabeza los Lejarreta, Arroyo, Perico, etc con los que jugué a las chapas y que hicieron tan grande la subida a los Lagos...,sabía que lo que me esperaba iba a ser muy duro y me temblaban las piernas, pero a la vez el reto era tan motivador que el corazón y la cabeza pedían al unísono que los más de 2000 participantes que tenía por delante pasasen por debajo del arco de salida y yo detrás arrastrado por la marea de ciclistas.
Fer y yo salimos de los últimos (casi 7 minutos más tarde desde que el primero activó su chip) y rodamos cómodos hasta el avituallamiento de LLanes en una grupeta donde reinaba un buen ambiente. Llegamos a la base de la Tornería con 31Km/h de media y las duras rampas del puerto empezaban a pasar factura a más de uno. Llegamos al alto, cubasquero para la bajada y mucho cuidado en el descenso, ya que la carretera mojada y sucia de barro en algunas zonas transmitían muy poca confianza. El ascenso a la Rebollada lo hicimos muy tranquilos, controlando el pulsómetro para no pasar de 150 pulsaciones y así cuidarnos para los Lagos, sabíamos que podíamos subir más rápido pero el desconocimeinto de cómo nuestro cuerpo respondería a una marcha de este tipo nos inclinaba a ser prudentes. Descendiendo la Rebollada alcanzamos una grupeta por delante que nos llevó hasta Covadonga, a partir de ahí las duras rampas hacían que cada uno subiese a su ritmo. Inicialmente, me encontraba bien, pero las explotadas de algunos me hacían temer lo peor. De repente y entre la niebla me engancha la Cuesta de La Huesera, cientos de personas te animan, compañeros ponen pie a tierra, gente calambrada y tú moviendo el 27 a duras penas....¡qué grande es el ciclismo!..., por fin noto entre la espesa niebla que la Huesera me suelta, noto un alivio en las piernas, pero al bajar un piñon y ponerme de pie confirmo que mi corazón me autoprotege y no sube de pulsaciones, así que vuelvo al 27 para intentar respirar pero hasta el pequeño descanso antes del Mirador de La Reina no subo la cadencia y cojo aire, un aire que junto con los ánimos del numeroso público me dan la fuerza necesaria para poder coronar. Tras 1 hora, 10 minutos y 11 segundos de subida llego a la meta embutido en un coctail de agotamiento, felicidad y satisfacción.
Finalmente llegué el 1533, con un tiempo de 5h, 23 minutos y 8 segundos desde que se inició la prueba y un tiempo neto (desde que yo hago el top al pasar por el arco de salida) de 5 horas, 16 minutos y 52 segundos, a una media de 20,8km/h,....¡madre mía, cómo van los primeros!
Una vez más, el ciclismo ha ganado.
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