Uno se va cansando de escuchar que si las estaciones de esquí son deficitarias, que si es mejor privatizarlas, que las administraciones no tienen porqué mantener el coste de las instalaciones, etc. La situación que atraviesa el país sé que es muy delicada y que supondrán cambios en nuestro modelo, ahora bien, ¿cuáles?.
Yo no lo tengo claro, y como parece que estamos viendo, nuestros dirigentes tampoco. Ahora bien, cuando en un país como España la carga impositiva es la que es, uno exige además de buena gestión, por supuesto, unos servicios, así que por favor, todos aquellos que no se calzan las tablas de esquí y que ven en la solución de nuestra crisis la espantada de la inversión y gestión pública de las instalaciones deportivas de deportes de invierno basándose únicamente en cuestiones de rentabilidad, les recuerdo que quizás ellos son los primeros que exigen duchas y edificios de servicios en nuestras playas, donde incluso se duchan para ahorrar agua en casa, acuden a las piscinas municipales o incluso a los campos de golf municipales.
No deseo convencer a nadie de las ventajas o desventajas de los diferentes modelos de gestión, porque además ni es mi intención ni estoy capacitado, pero, todos aquellos que tampoco los estáis y no paráis de subiros al carro de un determinado discurso sobre la dudosa rentabilidad y gestión de una estación de esquí, reflexionar y evaluar antes vuestras propias conductas en todas aquellas aficiones que disfrutáis y servicios que exigís, porque igual se cierra el agua de las duchas de las playas y tienes que ir a ducharte a casa tras un baño en el Cantábrico.
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