El sábado 22 de mayo Cangas de Onís recibía con sus mejores galas a los 4000 ciclistas dispuestos a disfrutar de la Clásica a los Lagos 2010. Un día soleado dejaba ver las cumbres más altas de los macizos del Cornión y de los Urrieles haciendo las delicias de todos los presentes. En la salida, como siempre, nervios y buen ambiente, pistoletazo y todos sobre nuestras "flacas" teniendo claro que la jornada sería dura pero gratificante.
Hasta Porrúa el rodar era bueno cobijados en una grupeta que dejaba escapar a los más rápidos, pero que sin un gran desgaste te mantenía una media muy buena para mi interés y nivel. En el bonito pueblo llanisco estaba situado el primer avituallamiento donde recargamos líquido para subir al duro puerto de la Tornería. Como siempre, las rampas del Mazucu por la cara este muestran su dureza, por lo que la ascensión la hago "regulando" en la medida que se deja y su descenso lo tomo con mucha calma y precaución, más al ver la dirección y horquilla partida de uno de los participantes.
Las sensaciones eran muy buenas y la ascensión a la Rebollada no me dá signos de alerta en las piernas, lo cual me tranquiliza y anima. Un segundo avituallamiento en este alto y descenso hacia Corao. Para mí, esta bajada me parece de lo más peligrosa de la prueba, ya que las grupetas bajamos a mucha velocidad y el carril tiene alguna grieta que obliga a ir muy fino, además, más de uno intenta recuperar para abajo lo que se deja subiendo y hace adelantamientos cuanto menos cuestionables.
Desde Benia hasta Covadonga seguimos arropados en una buena grupeta y las sensaciones seguían siendo estupendas; el tiempo hasta el Real Sitio hacía indicar que bajaríamos de las 5 horas y eso me animaba. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Al paso por los Canónigos el ritmo era bueno y las sensaciones también, pero al salir de la sombra todo cambió. Entre el calor, quizás una mala hidratación y sobre todo la falta de entreno de fondo en lo que va de año, la Huesera empieza a hundirme, paso el Mirador de la Reina y la dura rampa antes del primer descanso me obliga a poner pie. Ni un calambre, pero la fatiga se me presenta en un malestar intestinal y de vacío de restallo. La cabeza se mezcla entre las sensaciones personales y los pensamientos hacia lo grande del deporte y de este en particular, donde gestas míticas de grandes profesionales hacen historia y las pedaladas de miles de aficionados muestran hasta donde el tesón del ser humano es capaz de llegar. Tras lo que parece una leve recuperación me subo a la bici y a dos de meta tengo que parar para devolver. ¡Horrible!, pero al fin llego a meta en 5h 9min y en la posición 1876.
La organización, Cangas, la gente animámdote y todos los participantes, desde los primeros hasta los últimos que suben, estuvieron sobresalientes, y hacen que este deporte sea más grande aún.
